Hace unas semanas las agencias espaciales NASA y ESA, junto con la FEMA (emergencias) y quien se quisiera apuntar participaron en una simulación estilo «juegos de guerra» en la que el protagonista era un asteroide que iba a impactar contra la Tierra, más concretamente haciendo blanco en la mismísima ciudad de Nueva York, como en las películas.
La idea era ver cómo se coordinaban las agencias desde el momento en que se detectaba (concretamente el 29 de abril de 2027) y trataban de salvar al mayor número posible de personas. Con unos pocos cientos de metros de tamaño no estamos hablando de un destructor total, sino de un asteroide de tipo «megabólido» relativamente pequeño pero que al entrar en la atmósfera e impactar a unos 70.000 km/h contra la superficie deja entre 5 y 20 megatones de energía a su paso.
La simulación involucró a unos 200 astrónomos, ingenieros y personal de emergencias. Debió tener su emoción porque iban aumentando cada día los cálculos sobre la «probabilidad de impacto» del 1 al 10% hasta llegar a la certeza del 100%, afinando posteriormente con la ubicación.
Se supone que el asteroide había sido detectado por una sonda lanzada en 2021 y que Estados Unidos, Europa, Rusia y China habían construido seis «proyectiles cinéticos» para cambiar su trayectoria. Los acabaron en 2024 y los lanzaron contra el asteroide, pero sólo tres acertaron y algunos fragmentos, más pequeños, se desviaron un poco pero siguieron con su camino – incluyendo el megabólido de 60 metros. Muy a lo Armageddon, todo sea dicho; pero parece que aquí nadie se mira las películas.
Eso sí, surgieron cuestiones: con el impacto salvaron la ciudad de Denver pero Nueva York iba a ser arrasada. ¿Quién se responsabiliza de eso? También se vio que iba a ser complicado evacuar 10 millones de personas si el asteroide impactaba sobre Central Park como se preveía (¡oh, casualidad!) pero al menos tenían dos meses. Y luego están las cuestiones prácticas ¿Dónde reubicas a tanta gente? ¿Quién lo paga? ¿Quién se encarga de salvar lo más importante de la destrucción? ¿Cómo se comportaría la gente?
Finalmente, usando una calculadora de destrucción atómica se vio cómo básicamente todo Manhattan y muchos otros barrios de Nueva York quedaron completamente arrasados en el momento del impacto. El radio de destrucción total era de 15 km, aunque hasta 70 km se notaban los efectos. Ahí no se salvaba ni el tato.
Dado que la cuestión no es si algún día va a impactar algún asteroide de este estilo, sino cuándo –aunque raro sería que cayera sobre una zona densamente poblada– las autoridades de la llamada Defensa Planetaria siguen trabajando en ello. El próximo ejercicio se hará en Viena (Austria) en 2021.
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via Microsiervos http://bit.ly/2LCnSLk
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