Posiblemente uno de los mecanismos más intrincados y curiosos que podemos encontrar en un salón de juegos es el de las boleras: auténticos artilugios mecánicos con aspecto de haber sido transportados desde algún siglo pasado. Pero hasta que se inventen las máquinas que impriman a toda velocidad nuevos bolos en 3D sobre la marcha, esto es lo que hay.
El vídeo muestra cómo funciona una de estas máquinas, en este caso de la marca Brunswick. Es capaz de recolocar los bolos en 9,2 segundos y tiene más de 4.000 piezas. Todo esto es frágil, puede fallar y requiere sus ajustes y engrases. Si has estado alguna vez en una bolera de veinte o más pistas entenderás el porqué del trabajoso papel de técnico de la maquinaria – a la que por cierto llaman simplemente «robots».
Con sensores y una cámara muy simple se conecta con una CPU que lleva la puntuación; entre bambalinas, un sistema rotatorio organiza y reparte los bolos para después hacerlos bajar a través de un distribuidor. En muchos de estos mecanismos, así como en el del retorno de la bola, la gravedad juega un papel más importante que el software, que la verdad resulta ser un actor secundario en todo este montaje.
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