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Sunday, 7 April 2019

Un laboratorio de «gravedad artificial» tan humilde como divertido

En la Universidad de Bandeis tienen este curioso Laboratorio de Orientación Especial Ashton Graybiel. Es básicamente una habitación gigante que da vueltas. Si te pones en su interior –como ha tenido la suerte de hacer Tom Scott– puedes experimentar con sensaciones raras respecto a lo que los efectos de la gravedad y el efecto de Coriolis producen allí.

Naturalmente, lo que se percibe no es gravedad de verdad; tan solo algo parecido generado a partir del movimiento de rotación. Pero hasta que se invente la gravedad artificial –si es que eso es posible– esta es más o menos la forma en que podríamos generar el efecto equivalente a la gravedad terrestre en las naves espaciales del futuro. En el laboratorio esa «gravedad artificial» empuja los objetos hacia las paredes de la habitación, pero la gravedad «normal» también está «tirando» de ellos hacia el suelo al mismo tiempo… y esa no hay forma de contrarrestarla, excepto –ya se sabe– en caída libre.

La habitación da una vuelta cada seis segundos aunque se puede hacer rotar a distintas velocidades; hay que usarla con cautela. Recuerda un poco al decorado centrífugo de 2001, solo que en horizontal. Cuentan que los sujetos de los experimentos llevan una bolsa de papel por si su oído interno y su cerebro acaban atolaos y el mareo les hace potar hasta la primera papilla.

También dicen que no conviene moverse demasiado porque puede ser peligroso. De hecho a mí me ha parecido demasiado «lleno de cosas» y que no iban muy protegidos, la verdad. Pueden mover los brazos y jugar a flipar lanzándose pelotas de tenis en trayectorias completamente anti-intuitivas, con efectos muy llamativos pero que curiosamente el cerebro acaba asimilando.

El laboratorio sirve para medir cuánto tiempo tardamos las personas en acostumbrarnos a los nuevos marcos de referencia y a la aparición de nuevas «fuerzas» a nuestro alrededor. También, a la inversa, qué efectos tiene esa adaptación una vez que el movimiento desaparece. El laboratorio no parece nada de ultimísima tecnología, más bien tirando a humilde, pero muy ingenioso. Y se diría que puede proporcionar interesantes datos sobre el comportamiento del cerebro y los efectos físicos en las personas sometidas a estas situaciones.

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