El 18 de marzo de 1965 Alekséi Leónov se convertía en el primer astronauta en dar un paseo espacial al salir de la esclusa inflable de la Vosjod 2.
Tras unos diez minutos flotando en el espacio, recibió la orden de volver al interior de la nave, pero ahí fue cuando las cosas comenzaron a ponerse complicadas.
En el vacío su traje espacial se había inflado, de tal modo que sus manos se habían salido de los guantes hacia el interior de las mangas, igual que sus pies se habían salido de sus botas.
En esas condiciones no podía tirar del cordón umbilical que lo unía a la nave, por no hablar de que iba a serle imposible entrar en la esclusa.
Así que por iniciativa propia decidió vaciar la mitad del aire de su traje, lo que en efecto le permitió volver a meterse en la esclusa, aunque lo hizo con la cabeza por delante aún cuando tenía que entrar con los pies por delante.
Así que no le quedó más remedio que darse la vuelta en el reducido espacio de la esclusa, lo que supuso un esfuerzo enorme que hizo aumentar enormemente su temperatura corporal, lo que unido a la falta de aire suponía un serio riesgo de sufrir un golpe de calor.
Pero afortunadamente Leónov se las apañó para, por fin, poder volver al interior de la nave, y quitarse rápidamente el casco.
Aunque ese no fue el fin de sus problemas, pues entonces los instrumentos de a bordo revelaron que el nivel de oxígeno a bordo era peligrosamente alto, lo que suponía un enorme riesgo de incendio, nivel que siguió alto durante unas horas antes de que Leónov y Pável Beliáyev consiguieran bajarlo.
La reentrada también fue problemática porque los sistemas automáticos no funcionaron y los dos cosmonautas tuvieron que disparar el motor de frenada a mano, lo que unido a que el centro de gravedad de la nave estaba ligeramente desplazado hizo que aterrizaran a unos 400 kilómetros del punto previsto.
El punto de aterrizaje estaba tan cubierto de árboles que los helicópteros de rescate no pudieron recogerlos la primera noche, aunque dejaron caer ropa de abrigo y suministros para ellos.
Un equipo de rescate llegó al día siguiente esquiando, y los propios Leónov y Beliáyev tuvieron que esquiar varios kilómetros el tercer día para llegar a un sitio en el que un helicóptero por fin los pudo recoger para devolverlos por fin a Baikonur.
Todas estas dificultades se mantuvieron en secreto durante años, y la misión de la Vosjod 2 fue vendida como un gran éxito del programa espacial soviético.
Aunque en mi modesta opinión, casi lo es más desde que se conocen las verdaderas circunstancias en las que se llevó a cabo.
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