Impresión artística de Rosetta y Philae en las cercanías del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko - ESA–C. Carreau/ATG medialab
Tras casi diez años de camino, incluyendo algo más de dos y medio en hibernación, la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea despertaba el pasado 20 de enero para la última fase de su misión, que la llevará a aproximarse al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko el próximo 6 de agosto y a dejar sobre su superficie al aterrizador Philae en noviembre.
Pero no sólo era necesario que Rosetta despertara el pasado 20 de enero, sino que además había que poner en marcha y comprobar el estado de sus instrumentos y de los de Philae, tarea que según se puede leer en Rosetta instruments ready for action se acaba de completar sin mayores problemas, aunque algunos instrumentos necesitaron una ración extra de mimos para terminar de despertar.
Rosetta está aún a unos 1,5 millones de kilómetros de 67P, pero ya ha comenzado las maniobras de aproximación, así que en los próximos meses iremos recibiendo cada vez más datos e imágenes de este nuevo mundo.
Si todo sale bien, será la primera vez que toquemos el núcleo de un cometa, aunque no sea en primera persona.
El estudio de la composición de 67P con los 11 instrumentos de Rosetta y los 10 de Philae servirá para que los científicos puedan hacerse una idea de las condiciones físicas que reinaban en cuando se formó el sistema solar.
El análisis del agua presente en el cometa servirá, por su parte, para poder obtener un mayor grado de certeza acerca de si buena parte del agua que hay en la Tierra vino del masivo bombardeo de asteroides que sufrió hace unos 4.000 millones de años.
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